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Somos Carmen y Candela. Estudiantes de ADE y Derecho en la Universidad Pablo de Olvide.

miércoles, 10 de enero de 2018

El sistema de producción que escondían los Gulags

EL SISTEMA DE PRODUCCIÓN QUE ESCONDÍAN LOS GULAGS.
El caro precio de la industrialización en la Unión Soviética.
En 1929, los campos de concentración rusos (también llamados, Gulags) adquirieron una renovada importancia. Ese año, Stalin decidió utilizar el trabajo forzado para cumplir motivos económicos, esto es, tanto para acelerar la industrialización como para explotar los recursos naturales en el extremo norte, una región casi inhabitable de la Unión Soviética como parte de sus planes quinquenales
  –por ello todos estamos familiarizados con la imagen del prisionero en una tormenta de nieve, excavando carbón con un pico–.
La policía secreta soviética comenzó a asumir el control del sistema penal soviético, sustrayendo lentamente al poder judicial el mando de los campos y prisiones de todo el país. Para los Agentes Secretos que estaban a cargo de la construcción de los campos de concentración, todo tenía sentido. Así es como Alexi Laginov, antiguo comandante suplente de los campos de Norilsk, al norte del Circulo Ártico, justificaba el uso de prisioneros como mano de obra en una entrevista en 1992:
Si hubiéramos enviado civiles, primero hubiéramos tenido que construir casas para que vivieran en ellas. Y, ¿cómo gente común y corriente podría vivir aquí? Con prisioneros, es sencillo. Todo lo que se necesita es una barraca, una estufa con una chimenea y de alguna manera ellos sobreviven”
Las detenciones masivas producidas entre 1937-1938 hicieron que los campos entraran en un periodo de rápida expansión. A finales de la década de 1930 existía uno en cada zona horaria de la Unión Soviética.
En contra de lo que generalmente se cree, el Gulag no cesó de crecer en la década de 1930, sino que continuó expandiéndose durante la Segunda Guerra Mundial y en los años cuarenta, alcanzando su auge a comienzos de la década de 1950 considerado el sistema penal de trabajos forzados donde destinaban a los "enemigos del pueblo" (presos políticos y opositores del régimen). En esa época los campos habían llegado a desempeñar un papel central en la economía soviética..
Estos presos se convirtieron en la mano de obra barata del pueblo, producían un tercio del oro del país, así como buena parte del carbón y la madera. Pero no queda ahí, como cuenta Anne Applebaum, en el centro de Moscú los prisioneros construían bloques de apartamentos o diseñaban aviones; había campos de concentración en Krasnoyarsk, donde los prisioneros dirigían plantas de energía nuclear e incluso los campos de pesca de la costa Pacífica. De Aktyubinsk a Yakutsk, no había un solo centro de gran población que no tuviera uno o varios campos de concentración locales. Durante años los prisioneros construyeron caminos, ferrocarriles, plantas de energía y fabricas químicas. Fabricaron armas, muebles, repuestos para maquinas e incluso juguetes para niños.
Estos campos fueron un gran impulso para la economía soviética, pero su recuerdo hoy, nos demuestra que no sólo la barbarie nazi generó todo un sistema de producción de la mano del terror y la sangre de sus conciudadanos y, sin embargo, estos crímenes no resultan tan atractivos para la sociedad y se mantienen en la sombra. Un país mejoraba su economía y crecía a un ritmo vertiginoso mientras una media de 100.000 trabajadores moría en condiciones infrahumanas. ¿Hacia dónde miraba entonces Europa?



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