EL
SISTEMA DE PRODUCCIÓN QUE ESCONDÍAN LOS GULAGS.
El
caro precio de la industrialización en la Unión Soviética.
En
1929, los campos de concentración rusos (también llamados, Gulags)
adquirieron una renovada importancia. Ese año, Stalin decidió
utilizar el trabajo forzado para cumplir motivos económicos, esto
es, tanto para
acelerar la industrialización
como para explotar
los recursos naturales
en el extremo norte, una región casi inhabitable de la Unión
Soviética como parte de sus planes quinquenales
–por ello todos estamos familiarizados con la imagen del prisionero en una tormenta de nieve, excavando carbón con un pico–.
–por ello todos estamos familiarizados con la imagen del prisionero en una tormenta de nieve, excavando carbón con un pico–.
La
policía secreta soviética comenzó a asumir el control del sistema
penal soviético, sustrayendo lentamente al poder judicial el mando
de los campos y prisiones de todo el país. Para los Agentes Secretos
que estaban a cargo de la construcción de los campos de
concentración, todo tenía sentido. Así es como Alexi Laginov,
antiguo comandante suplente de los campos de Norilsk, al norte del
Circulo Ártico, justificaba el uso de prisioneros como mano de obra
en una entrevista en 1992:
“Si
hubiéramos enviado civiles, primero hubiéramos tenido que construir
casas para que vivieran en ellas. Y, ¿cómo gente común y corriente
podría vivir aquí? Con prisioneros, es sencillo. Todo lo que se
necesita es una barraca, una estufa con una chimenea y de alguna
manera ellos sobreviven”
Las
detenciones masivas producidas entre 1937-1938 hicieron que los
campos entraran en un periodo de rápida expansión. A finales de la
década de 1930 existía uno en cada zona horaria de la Unión
Soviética.
En
contra de lo que generalmente se cree, el Gulag no cesó de crecer en
la década de 1930, sino que continuó expandiéndose durante la
Segunda Guerra Mundial y en los años cuarenta, alcanzando su auge a
comienzos de la década de 1950 considerado el
sistema penal de trabajos forzados donde destinaban a los "enemigos
del pueblo" (presos
políticos y opositores del régimen). En esa época los campos
habían llegado a desempeñar un papel central en la economía
soviética..
Estos
presos se convirtieron en la mano de obra barata del pueblo,
producían un tercio del oro del país, así como buena parte del
carbón y la madera. Pero no queda ahí, como cuenta Anne Applebaum,
en el centro de Moscú los prisioneros construían bloques de
apartamentos o diseñaban aviones; había campos de concentración en
Krasnoyarsk, donde los prisioneros dirigían plantas de energía
nuclear e incluso los campos de pesca de la costa Pacífica. De
Aktyubinsk a Yakutsk, no había un solo centro de gran población que
no tuviera uno o varios campos de concentración locales. Durante
años los prisioneros construyeron caminos, ferrocarriles, plantas de
energía y fabricas químicas. Fabricaron armas, muebles, repuestos
para maquinas e incluso juguetes para niños.
Estos
campos fueron un gran impulso para la economía soviética, pero su
recuerdo hoy, nos demuestra que no sólo la barbarie nazi generó
todo un sistema de producción de la mano del terror y la sangre de
sus conciudadanos y, sin embargo, estos crímenes no resultan tan
atractivos para la sociedad y se mantienen en la sombra. Un país
mejoraba su economía y crecía a un ritmo vertiginoso mientras una
media de 100.000 trabajadores moría en condiciones infrahumanas.
¿Hacia dónde miraba entonces Europa?
No hay comentarios:
Publicar un comentario